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      Una picadita, epopeya de valor agregado

      • El silo de maíz propicia la eficiencia productiva, a favor de la agricutura y la ganadería de leche y carne.
      • Hoy comienza el congreso Maizar, donde también tendrán protagonismo los biocombustibles.

      Una picadita, epopeya de valor agregadoEl silo de maíz permite optimizar la superficie rural, a favor de la producción de granos y de una mayor nutrición animal.

      Este miércoles se realiza el gran encuentro anual de la cadena del maíz, en el complejo Golden Center de Parque Norte.

      Bajo el lema “Por más Valor”, el eje está puesto en el enorme potencial de los nuevos usos del maíz, en particular el etanol como sustituto de la nafta. Con una nueva ley de biocombustibles en las gateras, es el momento de apretar el acelerador.

      Por supuesto, tendremos una puesta al día de todos los aspectos que hacen a la tecnología, que incluye también el plano comercial. Vender es una ciencia compleja, que requiere del conocimiento del mercado y sus tendencias, donde el foco está puesto en lo ambiental. Sustentabilidad, huella de carbono, certificaciones, en es liderados por los principales actores del comercio.

      Pero hay un aspecto que en esta ocasión tiene poco espacio en el Congreso de Maizar. Sé que el tema estará presente en el sobre la nueva frontera sur del maíz, que lidera el inefable Luis Bertoia. Desde la docencia y la academia, Luis ha sido un impulsor de una tecnología que merece un párrafo especial. Silo de maíz, voy a evocarte.

      En la Argentina se siembran 8,5 millones de hectáreas de maíz. De ellas, 1,5 van a silaje de picado fino. Alrededor de la mitad de esa cifra corresponde a tambo, y la otra mitad a la ganadería de carne. Este hecho tiene enormes implicancias.

      Cada hectárea de maíz picado aporta unas 15 toneladas de materia seca digestible. Es entre 3 y 5 veces lo que se obtiene, de manera efectiva, en los mismos campos bajo praderas y verdeos bajo pastoreo tradicional. Esto no significa una cosa o la otra: para quienes (por distintas razones) siguen rotando con pasturas en sus modelos productivos, el silaje de maíz es una herramienta complementaria.

      En carne, permite mantener la carga en períodos de carencia, hacer “almacén de novillos” en invierno para aprovechar la explosión de pasto en primavera, etc. Terminamos con el paradigma del “engorde compensatorio”, que en los hechos significaba hambrear las recrías en invierno esperando una recuperación siguiendo la curva de los pastos.

      En tambo, se terminó con la esclavitud del pasto de cada día y la compensación con balanceado en el ordeñe. Vinieron los encierres, al principio tácticos, hoy estratégicos. Luego llegaron los galpones, y con él el bienestar animal, que puede y debe acompañarlos. Las vacas de 18 litros pasaron a 35 y más.

      Pero lo más importante es que ese millón y medio de hectáreas de silo de maíz, permitieron liberar 10 millones de hectáreas para la agricultura. Esto, sin que se resienta el stock ganadero, que se mantiene arriba de las 50 millones de cabezas a pesar del desastre de la era K, cuando nos comimos todo el crecimiento que venía experimentando. Hoy nadie basa el crecimiento de sus rodeos, de tambo o leche, destinándole mayor superficie de pastoreo, sino apelando a más silaje de maíz.

      Este proceso estuvo lejos de ser lineal. Hubo muchísima resistencia en los cenáculos agronómicos y el arranque fue dificultoso. Unos lo consideraban de alto costo. “Es caro”. Y lo era. Sólo existían picadoras de arrastre, pocas y bastante buenas, pero la productividad era baja. Ni media hectárea por hora, con las de dos surcos y tractores de 120 HP.

      Hasta que el bueno de Hernán Pueyo trajo las Claas Jaguar, las primeras automotrices que entraron orgánicamente al país. Antes, pioneros como Raúl “Rula” Firpo y sus hijos habían traído una Fox de tres hileras para su cabaña La Danesa, de Canals. También los hermanos Aguirre Saravia, años más tarde, incursionaron con una New Holland para su tambo confinado en Santiago del Estero. Pronto descubrieron que era más negocio dedicarse a ensilar para terceros y se convirtieron en los primeros contratistas de escala. Hoy cuentan con una poderosa organización, hiper profesionales, como todos los de la cámara de ensiladores que empujaron junto a su gerente general, Fernando Opacak. La organización incluye a contratistas desparramados por todo el país, en un rubro capital intensivo con extraordinaria movilidad.

      En una mirada a vuelo de pájaro, esas 10 millones de hectáreas liberadas para una nueva agricultura en siembra directa, significan teóricamente más de 20 millones de toneladas de soja y otras tantas de maíz. En valor, arriba de 10 mil millones de dólares anuales. Más del 30% de la leche y la carne que nos alimentan vienen del silo de maíz. Y en la era del biogás, buena parte de los biodigestores se alimentan con la misma fuente.

      A la hora de calcular el valor agregado del maíz, la epopeya del picado ocupa un lugar de privilegio.


      Sobre la firma

      Héctor Huergo
      Héctor Huergo

      Editor jefe de la sección Rural [email protected]

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