La ganadería regenerativa tiene como función recuperar suelos degradados y desarrollar sistemas sostenibles desde los puntos de vista económico, ambiental y social. Recurre a prácticas agronómicas conservacionistas, como la siembra de especies con gran volumen de raíces que aportan carbono al suelo, manejo de pastizales por ambientes, siembra de praderas perennes pastoreadas dejando un remanente que dé cobertura al suelo, evite la compactación y acelere el rebrote, entre otras prácticas. El tema fue considerado por Gustavo Colagioia, un referente en el diseño y supervisión de modelos de ganadería sostenible.
“Soy la cuarta generación de productores agropecuarios, radicados originalmente en Henderson, en el oeste de Buenos Aires. Allí se instaló mi bisabuelo y las sucesivas generaciones continuaron con la actividad rural”, rememora Colagioia.
“Me recibí de ingeniero agrónomo y, luego de graduado, durante varios años trabajé en la Argentina y luego en Brasil como asesor en diferentes temas. Actualmente coordino tres grupos de Cambio Rural que incluyen 35 campos donde incorporamos aspectos ecológicos y de sustentabilidad en planteos mixtos y ganaderos puros. Las empresas están ubicadas en los partidos de Chascomús, Dolores, La Plata, Lobos y Roque Pérez. Además, tengo asesoramientos particulares y una pequeña producción ganadera propia”, agregó.
“En todos los campos buscamos desarrollar modelos sostenibles, basados en una ganadería regenerativa que recupere las propiedades del suelo mediante procesos naturales. Procuramos que la sostenibilidad de estos planteos sea económica, -es decir, producir y dar renta-; ambiental -recuperando las propiedades naturales de los suelos trabajados- y social, para que se sostengan las personas en el campo”, añadió.
Fundamentos de la ganadería regenerativa
¿Qué es la ganadería regenerativa? Consiste básicamente en fijar carbono en el suelo y aumentar el stock de nutrientes y agua para las plantas.
La regeneración se puede monitorear mediante una serie de indicadores. “El primero es el nivel de carbono de los suelos; este indicador está muy vinculado con el porcentaje de materia orgánica en las distintas capas edáficas”, explicó el experto, al hablar en una reunión sobre Ganadería Regenerativa organizada por Select Debernardi.
Otro indicador importante es el grado de infiltración de agua, que también está muy asociado a la estructura del suelo, que debe ser migajosa. “Al apretar un terrón se debe desagregar en partes más pequeñas; una buena estructura es determinante para una buena infiltración y almacenamiento del agua, además de asegurar una correcta aireación del suelo”, estableció Gustavo. Esta propiedad se puede medir mediante la estabilidad de los agregados o indirectamente a través del grado de infiltración.

Otro índice importante es la cantidad de lombrices, que muestra el nivel de actividad biológica, aireación y porosidad de los suelos. El grado de cobertura del suelo también es gravitante y se determina midiendo cuánto tiempo hay plantas verdes durante el año en cada lote. Asimismo, importa el nivel de perennidad de la vegetación. “En la situación original, lo normal era que la perennidad fuera sinónimo de estabilidad de los suelos. Es decir, cuanto más perenne es la vegetación, más sano debería ser el suelo, lo que se diferencia de un campo con 20 años de monocultura agrícola”, distinguió.
Cómo regenerar un campo degradado
La regeneración de los suelos degradados se consigue a partir de producir mucho material verde y de asegurar suficiente cobertura de los suelos. Sobre todo “es muy importante conseguir mucha biomasa de raíces, que son las partes de la planta que aportan más carbono al suelo. La parte aérea aporta menos carbono y más nutrientes”, resaltó Colagioia. Por esa razón son importantes las pasturas plurianuales, que dan 15 a 20 toneladas de raíces por año, el doble que un cultivo agrícola. Esa masa de raíces puede aumentar significativamente el contenido de materia orgánica del suelo.
También es importante la perennidad de las pasturas y de los pastizales naturales. Estos últimos se deben trabajar por ambientes y es conveniente que se pastoreen principalmente en verano y dejarlos diferidos en otoño para el invierno.

De acuerdo a Colagioia, “los sistemas de ganadería regenerativa que estamos implementando en los campos tienen solo un 10 o 15% de pastoreos anuales - verdeos de invierno y de verano para entore de vaquillonas de 15 meses, por ejemplo- y el resto generalmente son pasturas cultivadas o pastizales naturales”, detalló.
La producción de forraje debe ser aprovechada en una medida que permita el rebrote; por ejemplo, en una pastura o en un cultivo de cobertura no habrá que pastorear las plantas hasta la tierra, sino dejar un remanente. “Es recomendable un piso de pasto de 5-10cm y que al caminar por un lote no se pise la tierra. Ese colchón protege al suelo y recicla nutrientes”, destacó Colagioia. Además, en la medida que hay un remanente tras el pastoreo, se adelanta el rebrote posterior.
Para lograr una buena producción de forraje, hay muchas herramientas, además de los pastizales naturales y las pasturas cultivadas, como las intersiembras, por ejemplo. Por su parte, las fertilizaciones con cama de pollo o fertilizantes químicos cambian la ecuación productiva y permiten alcanzar niveles de producción distintos a los originales. Por ejemplo, un aporte de nitrógeno en una pastura mixta eleva el porcentaje de proteína en las hojas que después aprovecha la hacienda.
El papel del bovino en la ganadería regenerativa
Los bovinos son fundamentales para la salud de los agrosistemas. “No hay que olvidar que una vaca recicla el 80 o 90% del nitrógeno que consume a través de la orina y que la bosta aporta importantes cantidades de fósforo y de otros nutrientes”, recordó Colagioia.
Por otro lado, también hay que considerar que las pasturas con leguminosas implantadas para los bovinos aportan nitrógeno que se fija a la materia orgánica del suelo y puede ser aprovechada por varios cultivos siguientes.
Para el aprovechamiento de los pastoreos de un campo que trabaja con ganadería regenerativa, la carga animal adecuada es un factor fundamental. Se debe ajustar estacionalmente de acuerdo a la disponibilidad de forraje. “Hay que calcularla de acuerdo a la productividad del campo en un año promedio y disponer un planteo ganadero versátil que permita copiar la producción de pasto, algo que es más fácil con planteos de recría que con rodeos de cría”, diferenció el experto. En el caso que sea necesario, la ganadería regenerativa ite el uso de suplementos, como rollos confeccionados con el excedente de primavera o una suplementación a razón del 0,5 al 1% del peso vivo.
Hay que evitar los excesos de carga que pueden generar mucha “cola” de parición en rodeos de cría y degradación del campo por compactación de suelos. “El desafío es encontrar la carga justa para cada campo y que una pastura no dure tres años sino cinco. para amortizar mejor el costo de implantación”, aconsejó.
Genética eficiente
Finalmente, la genética es otra pata importante de los planteos de ganadería regenerativa: un animal con buena genética convierte mejor el pasto en carne. “La vaca óptima es la que es capaz de adaptarse a cada campo, se preña por encima del 90% y desteta un ternero que pesa más del 40% de su propio peso a los seis meses, sin requerir subsidios forrajeros”, definió Colagioia.
Una buena genética permite que una vaca de 470 kilos destete un ternero de 210- 215 kilos y posibilita concretar el entore de vaquillonas a los 15 meses con 300 kilos alimentándolas bien desde el pie de la madre con pasturas y verdes de invierno. “Vacas de buena genética, apareadas con toros adecuados para el sistema productivo, permiten producir más con menos”, sintetizó Gustavo.
Al analizar la rentabilidad de la agricultura regenerativa, El especialista dijo que “no tiene el resultado económico máximo que podrían alcanzar los sistemas intensivos que apuntan a altos rendimientos. Generalmente muestran una productividad inicial algo menor al sistema intensivo”. No obstante, aclaró que “los sistemas con alta presión de producción tienen un efecto negativo sobre la fertilidad de los suelos y van decayendo en su productividad a lo largo del de los años. En cambio, los sistemas regenerativos no maximizan la productividad en el corto plazo, pero sí compiten en el mediano plazo, cuando los intensivos comienzan a sentir los efectos de la degradación de los suelos”.
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