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      Derivas sentimentales durante un velorio

      Teatro. A partir de la adaptación, por primera vez, de una de sus novelas, “El rastro”, la escritora mexicana Margo Glantz habla de sus obsesiones.

      Derivas sentimentales durante un velorioCLAIMA20140308_0029 CORAZON ROTO. Analía Couceyro en el rol de Nora García y la música de Rafael Delgado.
      Redacción Clarín

      Ella está sentada en una silla sobre el césped. Blusa negra, pollera azul, zapatos en el mismo tono de la pollera, que se oscurece a medida que el atardecer cae sobre el edificio de la Biblioteca Nacional. Ella, Analía Couceyro, está poseída por un personaje de la novelista Margo Glantz en la Plaza Boris Spivacow, en el interior del Museo del Libro y de la Lengua. La actriz argentina poseída por Nora García, protagonista de la novela El rastro, adaptada por primera vez al teatro, abre los ojos y dice que siente curiosidad por saber lo que siente. De eso trata la pieza: de sumergirse en las contradictorias sensaciones de una mujer que asiste al velorio de Juan, un pianista reconocido con quien alguna vez –como dirá– compartió la vida.

      Cuando la escritora mexicana Margo Glantz terminó El rastro, a principios de 2000, hacía veinte años que tenía en la cabeza los nombres de Nora y Juan. No sabía qué hacer con ellos. Fueron protagonistas de cuentos inconclusos, nombres casi sin identidad en escenas extraviadas entre sus papeles hasta que un día, luego de asistir al entierro de unos amigos, quiso escribir la novela que terminó siendo finalista del Premio Herralde en 2002. “No sé hacer novelas tradicionales y no me interesa hacerlas”, reconoce Glantz, de visita en Buenos Aires para el estreno de la puesta en escena. “Lo que me interesaba era partir de una anécdota, que era el núcleo narrativo, y sacar algo que tuviese que ver con muchas obsesiones mías y que también se vinculasen con la anécdota y con los personajes.” La pregunta fundamental sería: ¿qué siente una persona ante un velorio de alguien cercano que se vuelve distante porque ya está muerto y porque la vida los separó? “Entonces a mí me interesaba explorar el tema del sentimiento, y porque la música me parecía importante, decidí que debía ser un texto que tuviese esa estructura de leitmotiv y variaciones.” El personaje de Juan, muerto del corazón, impulsó a Margo a trabajar sobre el principal órgano del aparato circulatorio. De ese modo escribe: como un juego que combina el trabajo académico y otro que llama “de intuición textual”. “De repente te vienen un montón de asociaciones y sabes que en ese momento tienes que encontrar toda una serie de soportes para que esas asociaciones funcionen”, dice, y ese es el momento en el que empieza a investigar y otra vez vuelven las asociaciones: de las primeras operaciones a corazón abierto hasta la angioplastía, del modo como circula la sangre hasta la invención del marcapasos. Todo se mezcla en la novela y en su adaptación teatral.

      Con recursos mínimos (dos sillas antiguas, una larga luz en contrapicado y un chelista), la puesta en escena de Alejandro Tantanian se sostiene en el monólogo, con rasgos esquizofrénicos, de Nora García, interpretado con sutileza. A base de contrapuntos, armonías y disonancias, Couceyro logra construir una personalidad compleja. Entre la erudición y la fragilidad emocional, Nora García se obsesiona con algunas preguntas (“¿Qué siento yo? ¿Qué pudo sentir Juan antes de morir, antes de que el corazón le estallara en mil pedazos">