La caída de la recaudación de mayo que se anunció esta semana lo dejó bien claro. Sin la distorsión que implica la recaudación inusual del Impuesto a las Ganancias de este mismo mes de 2024, y descontada la inflación, el fisco recibió 2,4% menos que en el año pasado, según la cuenta que sacó el IARAF. Eso indica que el Gobierno parece obligado a aplicar otra tanda de recortes del gasto público y a exprimir al máximo las fuentes de recursos que tiene.
Eso es lo mismo que decir que en esta campaña electoral volverá a aparecer -buscada o no- la motosierra que usó Javier Milei en su camino a la Presidencia. Esta vez, sin embargo, será una motosierra con menos sorpresas que la anterior. El Presidente ya no podrá decir que el recorte caerá sólo sobre la casta política, sobre todo porque hay al menos dos preguntas girando: ¿Se aumentará el bono a los jubilados que menos cobran o seguirá el ajuste en las cuentas previsionales? ¿El Gobierno mantendrá la rebaja en las retenciones a las exportaciones de varios productos agrícolas que vence a fin de mes o el campo deberá volver a pagar el 33% por la soja que vende?
Hoy no es posible predecir si la sociedad volverá a apoyar los recortes presupuestarios del Estado, sobre todo si perjudican a grupos sociales que ya vienen castigados, como los jubilados. Esa duda persiste incluso sabiendo que la inflación seguirá bajando, según dicen las propias consultoras, a un ritmo que sorprende.
La Casa Rosada avanza como si esa duda no existiera. Ayer, el Gobierno puso al diputado José Luis Espert a anunciar las subas de los mínimos a partir de los cuales la ARCA comenzará a perseguir penalmente a los evasores. No parece una medida que pueda aprovechar alguien que quiere ser candidato en octubre: en el conurbano bonaerense, donde vive el 70% del electorado de la provincia en la que se presentará Espert, la proporción de gente con dólares en sus colchones esperando oportunidades para comprar coches lujosos debe ser muy pequeña.
Es cierto que a Espert pueden servirle los minutos de exposición televisiva que le dio el anuncio para mejorar sus niveles de conocimiento, pero no le alcanzarán para revertir la imagen “clasista” que transmite, según detectó en sus encuestas el equipo de Santiago Caputo.
Aún con el alivio que proporcionan las medidas anunciadas para quienes estaban a tiro de persecución de los agentes tributarios, es difícil que sirvan como combustible del consumo y la reactivación, que es lo que busca Economía.
Hace meses que los argentinos están usando los dólares del colchón. Lo que pasa es que, según muestran las cifras de gasto en el turismo en el extranjero de este año, están despanzurrando sus colchones para gastar los dólares en Chile, Miami o Madrid. Los seis millones de pasajeros que salieron de la Argentina en los primeros cuatro meses del año se llevaron sus tarjetas de crédito -que aparecen en la estratosférica cuenta de gastos que registra el INDEC- pero también cargaron paquetitos de efectivo con caras de distintos tamaños y años de impresión diversos. No hay forma más fácil de comprobar si los colchones se están vaciando o no que chequear de qué nacionalidad son los únicos compradores que insisten en pagar en efectivo los pantalones de yoga de Lululemon en Nueva York o los panqueques en Búzios.
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