Es la lucha que el presidente Donald Trump había estado esperando: un enfrentamiento con uno de sus principales rivales políticos en un Estado profundamente demócrata sobre una cuestión fundamental para su programa político.
Al ignorar la autoridad del gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, para llamar a la Guardia Nacional con el fin de sofocar las protestas en Los Ángeles contra los esfuerzos de su gobierno para deportar a más migrantes, Trump está sobrepasando los límites de la autoridad presidencial y avivando las críticas que señalan que exacerba la situación para obtener beneficios políticos.
Las autoridades locales y estatales no habían pedido ayuda para hacer frente a las protestas dispersas que estallaron tras una redada de migración el viernes. Pero Trump y sus principales ayudantes se inclinaron el domingo por la confrontación con los líderes de California, al presentar las manifestaciones como una amenaza existencial para el país y poner en marcha una agresiva respuesta federal que, a su vez, desencadenó nuevas protestas en toda la ciudad.
Cuando más manifestantes salieron a las calles, el presidente escribió en las redes sociales que Los Ángeles estaba siendo “invadida y ocupada” por “turbas violentas e insurrectas”, y ordenó a tres de los principales funcionarios de su gabinete que tomaran las medidas necesarias para “liberar a Los Ángeles de la Invasión Migrante”.
“Nadie va a escupir a nuestros policías. Nadie va a escupir a nuestros militares”, dijo Trump a los periodistas mientras se dirigía a Camp David el pasado domingo, aunque no estaba claro si se habían producido incidentes de ese tipo. “Si eso ocurre, reciben un golpe muy duro”.

El presidente declinó decir si pensaba invocar la Ley de Insurrección de 1807, que permite el uso de soldados federales en suelo nacional para sofocar una rebelión.
Pero en cualquier caso, añadió, “vamos a tener soldados por todas partes”. A su vez, Stephen Miller, subjefe de gabinete de la Casa Blanca, publicó en las redes sociales que “ésta es una lucha para salvar la civilización”.
La decisión de Trump de desplegar al menos 2.000 de la Guardia Nacional de California es el último ejemplo de su voluntad y, en ocasiones, de su afán por hacer añicos las normas para perseguir sus objetivos políticos y saltarse los límites del poder presidencial. El último presidente que envió a la Guardia Nacional a una operación nacional sin que lo solicitara el gobernador del Estado, Lyndon B. Johnson, lo hizo en 1965, para proteger a los manifestantes por los derechos civiles en Alabama.

Sin embargo, los ayudantes y aliados del presidente afirman que lo que ocurre en Los Ángeles constituye una síntesis casi perfecta del motivo por el que Trump fue elegido en noviembre. “No podría estar más claro”, dijo Newt Gingrich, expresidente republicano de la Cámara de Representantes y aliado de Trump, quien señaló que el mandatario se había enfocado en la aplicación de las leyes de migración desde 2015.
“Un bando está por hacer cumplir la ley y proteger a los estadounidenses, y el otro por defender a los ilegales y estar del lado de quien infringe la ley”.
En las redes sociales, Trump, sus ayudantes y aliados han intentado enmarcar las manifestaciones contra los funcionarios migratorios en sus propios términos. Han compartido imágenes y videos de los episodios más violentos —centrándose especialmente en ejemplos de manifestantes que arremetían contra los agentes federales— aunque muchos de ellos seguían siendo pacíficos. Las autoridades también se centraron en los manifestantes que ondeaban banderas de otros países, como México y El Salvador, como prueba de una invasión extranjera.
“Los delincuentes extranjeros ilegales y las turbas violentas llevan días provocando incendios, arrojando piedras contra vehículos y atacando a las fuerzas del orden federales”, dijo Karoline Leavitt, vocera de la Casa Blanca.
Newsom, a quien el presidente se refiere como “Newscum” (“escoria nueva”, en inglés), ha sido durante mucho tiempo un enemigo para Trump, quien en repetidas ocasiones ha señalado a California y a su líder como emblema de los fracasos del Partido Demócrata.
“Esperábamos esto, nos preparamos para esto”, dijo Newsom en un comunicado a The New York Times. “Esto no es sorprendente: para que ellos triunfen, California debe fracasar, y por eso van a intentar todo lo que hay en su trillado libro de jugadas a pesar de las pruebas en su contra”.
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