Si hay un barrio porteño con constantes novedades en materia de oferta culinaria es el multifacético Palermo. Las aperturas (y los cierres) de restaurantes son muy habituales en esta zona. Su actividad gastronómica es tan vibrante que se expande hacia algunos de los barrios vecinos, como Chacarita y Villa Crespo.
Sin embargo, cantidad y calidad van por dos sendas diferentes. Ante tanta proliferación y tanta propuesta efímera vale la pena hacer un tamiz y destacar aquellos restaurantes que desde sus inicios se preocupan obtener un producto que redunde en una propuesta coherente.
En esta selección, nuevos espacios que conjugan diferentes tradiciones gastronómicas (la española, la italiana y la judía) con una mirada contemporánea en coordenadas diferentes de un mismo barrio: Palermo Hollywood, Palermo Viejo y Palermo Chico. Tres flamantes restaurantes que transitan entre lo clásico y lo más actual y que vale la pena tener en cuenta: qué comer en cada uno y por cuánto.
La Piccola en Palermo Hollywood

En la esquina de El Salvador y Ángel Carranza se encuentra La Piccola, un restaurante de pastas frescas hechas a mano que abrió sus puertas hace poco más de un mes. Se trata del primer local -de una futura cadena en expansión- con el sello de La Parolaccia, La Bistecca y Mare. El local es encantador. La fachada y paredes de ladrillos se conjugan con la madera de las mesas y sillas de colores claros. Suena música suave y por las noches las mesas se iluminan con velas. Estética cuidada, inspirada en los clásicos espacios italianos de encuentro.
La reina de la carta es la pasta que se elabora a diario, artesanalmente con ingredientes seleccionados, respetando las técnicas tradicionales y garantizando sabores auténticos en cada plato. La carta comienza ofreciendo antipastos entre los que se destacan la fainá con stracciatella y prosciutto ($ 13.000) y el queso brie con frutos secos y miel que llega a la mesa caliente con una base de fina masa ($ 13.000). Le siguen veinte opciones diferentes de pastas caseras.

Hay para todos los gustos, simples y rellenas, todas con acento italiano. Los “ravioli o ravioloni” cuestan $ 20.000 salvo los negros con salmón y camarones que cuestan $ 22.000. Hay rellenos de burrata, espinaca o carne de res cocida a fuego lento, cada uno con una salsa pensada para la perfecta combinación de sabores.
Se distinguen los trofie (pequeños fideos con forma rizada) con pesto y stracciatella ($ 18.000) y los pappardelle con crema de hongos y aceite de trufa ($ 20.000). Quienes no puedan consumir gluten no se quedarán afuera de esta sección ya que tienen penne rigate sin TACC con pomodoro y albahaca ($ 18.000).
Bajo el título “secondi piatti” se pueden elegir platos de cocina como pollo a la cacerola con papas ($ 18.000), milanesas a la parmigiana o a la fugazzeta, con papas fritas ($ 22.000); trucha patagónica con puré cremoso de boniatos ($ 22.000) o bife de chorizo a caballo con papas fritas ($ 25.000).

Para el cierre, infaltable el tiramisú con auténtico mascarpone ($ 8.500) o el profiterol con helado de crema Jersey ($ 8.500).
El Salvador 5801, Palermo. Abre de domingo a jueves de 20 a 0. Viernes, sábados y vísperas de feriado de 20 a 01. Instagram: @apiccola.ba
Obrador Mishiguene en Palermo Chico
Es el último proyecto del chef Tomás Kalika, el principal referente de la cocina judía contemporánea tanto desde su premiado restaurante Mishiguene como desde la pantalla de la señal ElGourmet. La panadería de su grupo gastronómico abrió sus puertas el primer mes del año con una carta reducida y solo por la mañana, pero hace unas semanas que amplió su horario y ahora abarca cenas. Ambientada como un obrador, con paredes a medio terminar, la panadería muestra una mesa de trabajo comunitaria se encuentran varias mesas alrededor en un salón muy luminoso y tranquilo. Cuelga del techo una figura similar a Poseidón, que exhibe el rostro de un rabino sosteniendo una menorá (el candelabro típico de Hanukkah) y con cola de pescado.

En la vitrina del mostrador se pueden ver panes y laminados que se pueden comer in situ o para llevar. De hecho, toda la carta se puede pedir en ese formato. La propuesta gastronómica está focalizada en la reinterpretación de la gastronomía de inmigrantes judíos, con el sello distintivo de Kalika.
La carta de la mañana, disponible hasta las 12 A.M, abarca croissants simples y rellenas ($ 3.900/ desde $ 5.500, con dulce de leche, chocolate, pistacho o almendras), rolls de canela (desde $ 4.500), pan de queso ($ 4.900) y porción de tostadas ($ 3.800). También ofrecen combos armados de cafetería tradicional a elección con tostadas ($ 7.900), laminados ($ 8.900) o con tostado de pastrón y queso ($ 16.900).

Al mediodía comienza la carta principal que ofrece huevos revueltos con tostadas de masa madre ($ 8.900) y panes artesanales como jalá, laffa, bagel y babka, con acompañamientos como pastrón y lox trucha ahumada.
Para el almuerzo, la sección “Schmear, Nosh, Mezz” ofrece pequeñas raciones -ideales para compartir-, con alternativas como babaganoush (puré de berenjenas ahumadas, $ 4.500), un sedoso y untuoso hummus (puré de garbanzos, $ 6.500) que se puede pedir con hongos, brócoli, huevo, carne y más combinaciones. Se destacan los latkes (croquetas fritas de papa servidas con salsa mostaza y miel, $ 12.000) por su crocantez y sabor y el sándwich de pastón Mishiguene con pan pletzalej, pecho vacuno, mostaza y pepinos y cebollas encurtidos ($ 16.800).

La característica más distintiva de Obrador con otros locales de la firma es que éste es el único que tiene parrilla. Imperdible la pesca bañada en manteca y pimienta, servida con tres tipos de salsitas (tahina, zhoug y tomatillo). Otras opciones son carne de pastura, merguez de cordero, pulpo, langostino y kebab de pollo.
Del horno a la piedra y hechos con harina orgánica y fermentación natural, se pueden probar burekas (roll de masa philo con papa o espinaca, $ 10.300/ $ 16.700), lajmayin (pizza de carne picada vacuna, $ 19.000), manakish de cabra (pan laffa, queso de cabra, tomatillo. $ 8.700) y laffa romero ($ 2.800).

Para la copa, jugos, batidos, mocktails y la cava muestra una selección de vinos blancos, tintos, rosados y espumantes, además de su propia etiqueta de vino en colaboración con Bodega Catena Zapata.
Para cerrar la velada, postres típicos como baklava ($ 9. 600), strudel de manzanas asadas y crema de canela ($ 9.600) y también mousse de chocolate o de maracuyá ($ 10.000).
Avenida Cerviño 4417. Abierto de lunes a viernes desde las 7.30 hasta las 23. Viernes, cierra a la medianoche. Sábados, de 10 a medianoche y domingo sólo abre de día, de 10 a 18. Instagram: @obradormishiguene
Pasillito en Palermo Viejo

Un lugar no apto para los despistados ya que la fachada es solamente un “pasillito”. Cerca de la intersección entre Gorriti y Julián Alvarez se encuentra este bar de tapas que abrió sus puertas en marzo. Para acceder hay que pasar por el pasillo y al final de éste se encuentra una barra que sobre ella, se puede ver la cava que exhibe una curada selección de vinos. El PH, totalmente reformado, tiene una escalera que conduce al salón-terraza. Cuentan con una parte cubierta donde hay muchas plantas y cómodos sillones con mesas bajas y también mesas clásicas para quienes prefieran. A continuación, una pequeña terraza abierta con otra barra.

La carta está atravesada por influencias españolas donde se presta atención al producto y al sabor. Cuenta con distintos apartados, donde las tapas son protagonistas. En primer lugar aparecen los snacks ($ 5.400, cada opción), donde se destacan las aceitunas marinadas al jerez, las almendras garrapiñadas con togarashi y zaatar, los chips de papas con mejillones a la provenzal y los chips con boquerones y anchoas de Mar del Plata. La charcutería se luce con productos especialmente elegidos, como jamón crudo de San Juan ($ 13.800), salame chacarero de Tandil ($ 11.200), bresaola de cerdo de Córdoba ($ 13.500), y tres opciones de quesos de la prestigiosa firma patagónica Ventimiglia ($ 6.700, cada uno) .
La sección de platitos, que se recomienda cinco para dos comensales, incluye opciones como tortilla de papa con cebolla caramelizada y alioli -sale bien babé-($ 14.400), croquetas de queso Patagonzola con chutney de tomates ($ 10.500) y bocata de calamares fritos (en criollo, un sándwich de rabas$ 15.700) entre otras opciones. Un lugar ideal para ir con grupos de amigos o para una velada romántica.

Llegado el momento del postre, no hay variantes. Están tan seguros de la calidad del almendrado que ofrecen que es la única opción. Un rectángulo de helado rebosante de almendras que es un imperdible del local ($ 8.900)
Gorriti 4391. Abre de martes a sábados, de 18 a 01. Instagram: @pasillitobar
Sobre la firma

Redactora de la sección Gourmet y cocinera profesional. [email protected]
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