Hay restaurantes con onda, y después está Cuatro Perros, 1 livin. ¿Qué significa tener onda? Que no exige, no incomoda, y sobre todo, que aporta. Este local de Palermo cumple con todos los ítems: ambientación cálida que hace sentir como en casa, platos conocidos pero bien ejecutados, y una relación precio-calidad que dan ganas de volver. Tal vez por eso llena todas las noches y se ganó un lugar en el radar de los foodies.
El concepto es simple pero efectivo: que el comensal se sienta en su living, pero con platos difíciles de lograr en casa. Hay mesas bajas, luces tenues, música justa y atención cercana, porque acá te recibe el equipo que también cocina. La carta es breve pero filosa: cada plato que entra, se queda. Como los buñuelos de verdura con crema de queso azul, o la arañita madurada en koji con ensalada rusa, ya consagrados como favoritos del público.
El menú es distendido y con espíritu vermutero, pensado para compartir entre copas y carcajadas. Hay clásicos de toda la vida con pequeños giros que los vuelven únicos, y postres que invitan al cuchareo sin culpa. Todo se sirve con ese aire de estar en casa, pero mejor.
Cómo es y qué comer en Cuatro perros, 1 livin
Abrieron en diciembre de 2023 en un local donde antes funcionaba una cafetería, al que le sumaron el PH de al lado. Y desde entonces no pararon: se llena todas las noches con gente que vuelve por los platos ricos, el servicio cercano y una ambientación que hace sentir como en casa.
Detrás del proyecto están cuatro amigos platenses y gastronómicos: Ailén De Baños y Santiago Palma, al mando de la cocina; Nicolás Medina y Tomás Rodríguez Brust, al frente del salón y la carta de vinos. “Cuando abrimos sabíamos que queríamos un local chico, con pocos cubiertos para poder tener un buen servicio”, cuenta Tomás. La idea era clara: crear un espacio propio que pudieran habitar y atender. “Siempre que venga alguien, va a haber dos de nosotros seguro”, dicen.

El nombre es un guiño a la jerga gastronómica. En cocina, “el perro” es ese momento caótico donde todo se descontrola y hay que despachar sin margen de error. Pero también refiere a la calidez del hogar: Cuatro Perros, 1 livin busca que el comensal se sienta en su propio living, pero con mejor comida. El espacio tiene mesas bajas, música amable, una cava para diez personas y otro salón para treinta que se usa para cumpleaños o encuentros más íntimos, con formato de buffet.
La carta es corta y efectiva, con platos que ya son clásicos. Los buñuelos de verdura con crema de queso azul vienen de a cinco y son bien cremosos, bañados en una salsa que hace que el pan se vuelva imprescindible ($ 14.200). También hay arañita madurada en koji con ensalada rusa ($ 14.400), una combinación inesperada que funciona. “Siempre supimos que queríamos tener cosas que nos gusten comer todos los días”, dice Ailén. “Que la gente pueda venir seguido y cuando lea el plato en la carta sepa lo que es”.

El menú es distendido, con espíritu que invita al “vinito”. Hay picadas pensadas para compartir y probar varios sabores. “Queremos fomentar que si vienen dos personas pidan dos o tres platitos”, explica Tomás. Entre las opciones más completas están los cavatellis con base de vino blanco, brócoli, zucchini amarillo y chistorra: una mezcla equilibrada con un picante muy bienvenido ($ 17.000).

Trabajan con productos de estación, y eso se nota en platos como los alcauciles empanados y fritos con guanciale ($ 16.000), un homenaje al cinturón frutihortícola que rodea La Plata. La cocina es hogareña pero con técnica, enfocada en dar sabor sin rebusques innecesarios. “Te vamos a atender bien, vas a comer rico y no por eso vas a pagar un cubierto altísimo”, resume Tomás.

¿Y los postres? Para soñar y cucharear. Como la copa Cuatro Perros: helado de maní, helado de crema infusionada con limón, salsa toffee, nueces fritas y una cookie con chips de chocolate ($ 12.200). Hay también almendrado ($ 9.600), un homenaje nostálgico a las copas clásicas de bodegón. Ailén lo cuenta con orgullo: “Desde que abrimos estuvimos enfocados en los postres. En el último mes decidimos darle un lugar protagónico con carta propia”.
La propuesta funciona porque está pensada desde la honestidad. “Supimos armar una carta de vinos y de comida bastante ATP (apta todo público)”, dice Ailén. El ticket promedio ronda los $31.000 y vale cada peso: en Cuatro Perros, 1 livin se come bien, se la pasa mejor y siempre hay ganas de volver.
Cuatro perros, 1 livin. José A. Cabrera 4723. Martes a sábado de 19 a 1. Instagram: @somoscuatroperros
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