Roland Garros tendrá la final más esperada. Jannik Sinner y Carlos Alcaraz, ganadores de los últimos cinco Grand Slam y protagonistas principales de una nueva era en el tenis, se enfrentarán por duodécima vez en el circuito (domina 7-4 el español) y tendrán su primer cruce en una final de esta categoría. Será el domingo en un estadio Phillippe Chatrier que muy probablemente luzca repleto.
La jornada de semifinales arrancó con un atractivo duelo entre Alcaraz y Lorenzo Musetti, otro de los jóvenes talentos que está en franco ascenso y en la lucha por los grandes títulos. Venía de alcanzar, de mínima, las semis en los tres torneos que disputó en la gira de polvo de ladrillo y alcanzó el mejor ranking (7°) de su carrera. Y comenzó enchufado ante Alcaraz, quien lo había vencido este mismo año en la final del Masters 1000 de Montecarlo y en las semis de Roma.
Musetti tuvo un primer set supremo con el servicio, dominó desde la línea de base con el revés y se adelantó 6-4. Mantuvo el nivel en el segundo parcial, que por algunos detalles se le escapó en el tiebreak. Estaba en partido, pero el cuerpo le dijo basta y tuvo que abandonar debido a una lesión en la pierna izquierda cuando caía 4-6, 7-6(3), 6-0 y 2-0.
“¡Ánimo, Lorenzo! ¡Espero que te recuperes pronto! Nadie quiere ganar así, pero estoy contento de volver a la final de Roland Garros”, publicó el español, defensor del título y quien se convirtió en el quinto tenista más joven en llegar a cinco finales de Grand Slam tras Mats Wilander, Bjorn Borg, Rafael Nadal y Boris Becker.
El plato fuerte del día llegó en la jornada nocturna. Aunque Novak Djokovic arribó a París sin victorias en los Masters 1000 previos a Roland Garros, tomó ritmo de juego con su título 100 en Ginebra, fue de menos a más en el Bois de Boulogne y jugó un partido brillante ante Alexander Zverev en cuartos de final. Sin embargo, en semis se topó con la jerarquía del mejor tenista del mundo.
No tiene mucho que reprocharse Djokovic, sino simplemente aplaudir a quien estaba del otro lado de la red, cada vez más en forma tras dejar atrás la suspensión de tres meses por doping. Un dato refleja el momento de Jannik Sinner: tardó 76 minutos en cometer su primer error no forzado con el revés y recién cuando sacaba 5-4 en el segundo set afrontó los primeros puntos de quiebre.
El italiano tuvo el martillo de Juan Martín Del Potro, se mostró impenetrable desde la línea de fondo y obligó a que el serbio recurra a los drop shots para acortar los puntos. Le quebró el saque en el quinto juego del primer set, mantuvo el propio y se adelantó 6-4 en el marcador tras 47 minutos de juego.
Sinner, además, mostró la jerarquía de los grandes para que no le tiemble el pulso en los momentos de mayor tensión. Y mucha frialdad. Con el marcador 5-5 en el segundo set, luego de que Nole le quiebre por primera vez el saque, el N°1 volvió a tomar rápidamente el servicio de su adversario y esta vez no falló: 7-5.
"Este tipo de enfrentamientos y desafíos sacan lo mejor de mí. Mejor de cinco sets, rondas finales de Grand Slam, ante el número uno del mundo... nada me motiva más a esta edad", había dicho el ganador de 24 Majors en la previa del encuentro y lo demostró dentro de la cancha.

Pese a estar dos sets abajo, una desventaja que nunca nadie remontó en una semifinal masculina de Roland Garros, y con molestias en la pierna izquierda que lo llevaron a llamar al fisioterapeuta, se mantuvo en partido y empujó a Sinner hasta los límites. Tuvo tres set points en el 5-4, pero finalmente volvió a aparecer la jerarquía del número uno: lo ganó en el tiebreak y clasificó para la primera final de Roland Garros de su carrera: fue 6-4, 7-5 y 7-6 en tres horas y 16 minutos de juego. Alcaraz lo espera.
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