Hay cosas que el dinero no puede comprar. Y el fútbol argentino vuelve a darle la razón al slogan de la publicidad de una tarjeta de crédito. Con la diferencia que en la mayoría de los clubes se vive al día. Y dos de ellos son Platense y Huracán, los “pobres” que desafiaron a los “ricos”, los dejaron en el camino y llegaron a la final del Apertura, que será el domingo a las 17 en Santiago del Estero.
Para dimensionar el contexto de esta sorpresiva definición que tendrá el torneo local, la cotización de los dos planteles juntos es pareja y suman alrededor de 54 millones de dólares (27 millones cada uno, aproximadamente), una cifra menor a la de las cinco plantillas más caras del fútbol argentino, que son River, Boca, Racing, Vélez y Estudiantes, según el sitio Transfermarkt. El Calamar está en el puesto 16 en la tabla del mercado de valuación de los futbolistas y Huracán en el 17.
Esos puestos, de algún modo condicen con las posiciones de la tabla anual ya que ninguno de los dos está en los primeros lugares, sobre todo Platense que se encuentra en el lugar 13, y Huracán en el 7. A su vez, en la fase regular, el equipo de Vicente López terminó sexto, con 23 puntos en la Zona B, a 12 de Rosario Central (35), y el de Parque Patricios fue cuarto en la Zona A, con 27 unidades, a 6 de Argentinos Juniors.

A la hora de hacer contrataciones a principios de año, la inversión fue modesta. Platense desembolsó 1.300.000 mil dólares para traer a 7 jugadores, de los cuales solo pagó 2: Leonel Picco y Fernando Juárez. Los otros llegaron libres. “En clubes como Platense hay que tener mucho ingenio para traer jugadores porque generalmente los que uno quiere o fija como prioridad no vienen”, había dicho Sergio Gómez, uno de los técnicos del Marrón al principio del campeonato tras el 1-1 con River en la fecha inicial. Por su parte, el Globo trajo 12 jugadores en el verano, por los que pagó 980 mil dólares.
Es decir, entre ambos clubes, gastaron apenas un poco más 2 millones de dólares. Un solo jugador a River, por ejemplo, le salió 13 millones de dólares (el colombiano Kevin Castaño) y a Boca, 10 millones de la misma moneda (Alan Velasco).
Algo en lo que también se emparentan Platense y Huracán es que ambos se ordenaron en los últimos años. El Calamar salió de las profundidades y en siete años pasó de ascender de la B Metropolitana a la Primera Nacional a las puertas de su primer título en Primera. El ascenso a la máxima categoría lo consiguió en medio de la pandemia de coronavirus, en enero de 2021. Y en 2023 jugó la final de la Copa de la Liga y cayó ante Rosario Central. Y el Globo dejó de sufrir por los promedios del descenso, está haciendo una buena Copa Sudamericana, peleó por el campeonato el año pasado hasta el final y otra vez está ante una gran chance de coronar y ponerle fin a una sequía de 52 años sin títulos de Liga.

Ambos clubes también sostuvieron el proyecto de sus entrenadores que, casualmente, asumieron casi al mismo tiempo. La dupla Orsi-Gómez lo hizo a fin de febrero de 2024 en Platense y Frank Kudelka comenzó su tercer período como DT del Globo una semana después, a principios de marzo de ese año.
Al margen de no haber tenido una gran performance en la fase regular, ambos se ganaron el derecho a jugar la final tras hacer un gran playoff. Platense fue el 'matagigantes' ya que eliminó a Racing, a River y a San Lorenzo, los tres como visitante y dos de esos encuentros (a La Academia y al Ciclón) los ganó en los 90 minutos; mientras que en el restante, ante el Millonario, venció por penales. El Quemero pasó a Riestra como local con algo de angustia y después le ganó muy bien a Rosario Central en Arroyito y a Independiente en el Libertadores de América lo superó desde los 12 pasos.
Se discutirá por estos días si son dos legítimos finalistas por el estilo del torneo y si este formato beneficia más a los humildes que a los poderosos, pero lo cierto es que ambos hicieron lo suyo dentro de la cancha y no tienen porqué rendir cuentas a los engendros que deciden los dirigentes en AFA.
En el fútbol argentino, competitivo al máximo, hubo campeones de todas las clases y con el formato que sea, liga a dos ruedas, a una o torneos más cortos o con playoffs. Pero sí es cierto que en los últimos años la tendencia en este tipo de formatos, que se dio en la Copa de la Liga, tuvo más preponderancia de los chicos y medianos que de los grandes. En 2019 fue campeón Tigre (le ganó a Boca), que también fue finalista en 2022 (cayó ante el Xeneize); en 2021, Colón (derrotó a Racing en la final); en 2023 Rosario Central, que venció a Platense y en 2024 Estudiantes le ganó a Vélez.
Ambos desafiaron a la lógica también con planteles que sufrieron varias bajas a principios de año y en pocos meses se reconstruyeron rápidamente. Tienen los dos una gran influencia de sus entrenadores. Y los dos equipos están convencidos de sus ideas. Platense es un equipo duro de roer, que defiende muy bien, es compacto, hace muy bien las coberturas, es tenaz, todos corren en el retroceso, doblan las marcas, y le saca jugo a los errores rivales.
Huracán, por su parte, sabe también lo que hace, sale a jugar en todas las canchas y se planta con cualquier rival. Tiene juego directo, presiona bien arriba y hay un buen manejo en el mediocampo con Leonardo Gil como eje. Y cuenta con dos extremos rápidos como Mazzantti y Urzi y a ellos se le suma por el centro Miljevic, que está en su esplendor.
Los dos tienen defensas fuertes pero les falta más punch arriba (a Platense más que Huracán). Hasta en eso coinciden. De todos modos, ambos, con sus herramientas, demuestran la riqueza que los "pobres" también pueden tener.
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